sábado, 28 de junio de 2014

DEMASIADA PRESIÓN

Neymar Jr. No puede contenerse y llora. Brasil sufrió y paso a Cuartos.
Llora Julio Cesar, sus compañeros lo rodean y lo abrazan.
David Luis esta arrodillado en tres cuartos de cancha, mirando hacia arriba, tiene los brazos levantados y los dedos índices apuntan al cielo. Mueve los labios como si estuviera dando las gracias, por las mejillas le corren las lagrimas.
Neymar Jr. quedo tirado en el centro de la cancha boca abajo. Esta fundido pero nunca se sintió tan contento. Cuando logra pararse hace unos pasos  y se cruza con David Luis que sigue arrodillado pero, ahora los índices le apuntan a las tribunas. La siguiente escena los  encuentra a los arrodillados, abrazados y hablándose al oído. Los dos lloran, casi desconsoladamente.
Toda esta escena por el ganarle el cruce de Octavos de Final a Chile, ¿no es excesiva? ¿A qué le tenían tanto miedo? ¿Por qué los jugadores de la Verde-Amarela se expresaron de esta forma?
Aunque, Brasil no siempre tuvo este pánico que lo paraliza, le produce una profunda angustia y le deja esa sensación de estar cargando una mochila demasiado pesada sobre su espalda. No, no siempre fue así, al comienzo del partido se metió, se puso y…
Paremos. Rebobinemos y arranquemos desde el principio.
Belo Horizonte, estadio Mineirão. Brasil y Chile juegan el primer partido de los Octavos de Final de la Copa del Mundo. La capacidad de 70.000 personas esta colmada, la  mayoría de ellos vinieron a apoyar al local, Brasil. Suena el himno y los miles de  hinchas lo cantan a coro con los jugadores. Se les infla el pecho.
El juez hace sonar el silbato y arranca el partido. Los brasileros empezaron con todo, salieron a pasarle por encima a Chile. Esos mismos hinchas que hace unos minutos corearon el himno ahora vibran con su seleccionado. Es que en esos primeros 45 minutos Brasil fue puro ritmo. Intenso. Cuando había que jugar y crear la pelota era de Neymar Jr. que desbordaba. Lo volvió loco a Silva
Y, cuando había que poner se metía. Los dos metían.
Creaba y llegaba mucho el equipo de Scolari, lo hacía todo bien vertical. Era directo. Era más claro que Chile, al que no le que otra que aguantar. Estaba metido en su campo y no podía salir. A los 17 minutos llego el primer gol. Un córner, Thiago Silva la peinó en el primer palo y cuando Jara quiso despejar, para que David Luis no la meta, la agarro mordida y termino en gol en contra. Brasil estaba 1 a 0 y Chile la pasaba mal.
En el mejor momento del scratch viene el gol de la roja. Un lateral en defensa, se la tiran a Hulk que la quiere bajar, se queda corto y recupera Chile que agarra mal parada a la defensa brasilera. Pelota al área para Alexis Sanchez que, a los 31, define abajo y cruzado.  
Lo que siguió al gol fueron los mejores minutos de Brasil en el partido. Eran aviones, un despliegue físico y un fútbol excelente. Jugaba, tocaba, era ancho y profundo. Ganaba en todos los sectores de la cancha y crea situaciones. ¡Lo pasaba por arriba a Chile! Solo tuvo un susto al final del primer tiempo cuando, después de una buena jugada colectiva chilena, Aranguiz le pego al arco y la saco David Luis tirándose al piso.
Cuando volvieron de los vestuarios, para jugar el segundo tiempo, lo único rescatable fue un pelotazo cruzado que Hulk bajo en el área y definió al lado del palo. El juez lo anulo, le cobró mano cuando la bajo. Un fallo polémico.
Después de esa jugada  Brasil no fue el mismo. Estaba fundido, sin recursos y quedo a merced de Chile. Los de Sampaoli empezaron a dominar el juego. Sanchez y Vidal fueron los ejes del equipo. Aranguiz, después de un centro atrás de Isla, fusilo a Julio Cesar que se lució sacando una bocha espectacular.
No podían levantar las piernas. El desgaste que habían hecho en la primera parte les estaba pasando factura, fue en ese momento que se les cruzo por la cabeza que podía quedar eliminado en Octavos de Final. De hecho, por cómo se jugaba, era una posibilidad más que real.
Miedo, pánico. Vergüenza. A Brasil solo le quedaba aferrarse al 1 a 1. Se metió atrás, lo espero achicando en su propio campo y pedía que se termine. Todo era sorprendente y producía una cierta impresión. La sensación fue de un alivio generalizado cuando el juez termino el partido. Increíble.
En los 30 de adicional los de Sampaoli se refugiaron atrás y le dieron la pelota a los de Scolari que estuvieron un poco más cerca. Igual, no lo paso por arriba. Brasil lo tuvo con un tiro de Hulk que freno Bravo. En la última lo tuvo Chile, cuando se juntaron Sanchez y Pinilla,  y el tiro de este, pego en el travesaño. El ruido del silencio en un estadio con 70.000 personas pone la piel de gallina. Los jugadores de Brasil tenían cada vez más miedo y estaban, segundo a segundo, más angustiados.
Llegaron los penales. Marcó David Luiz, falló Pinilla, tiró el balón fuera Willian, paró Julio César a Alexis, marcó Marcelo, marcó Aranguiz (¡lo fusilo!), paró Bravo a Hulk y marcó Marcelo Díaz. Todo quedó para el quinto. Neymar se hizo cargo y lo metió. El último de Chile lo patea Jara, el del gol en contra. La pelota da en el palo, cruza todo el arco recorriendo la línea y se va. La gente vuelve a respirar y grita de nuevo. Ya no hay silencio.
Llora Julio Cesar, sus compañeros lo rodean y lo abrazan…  

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